La soledad hace que una persona duerma mucho y eso es un hecho. Es muy difícil que alguien pueda vivir sola porque en el momento en que se nace, lo primero que un ser siente es que no está solo-a.
Siempre será recibido por alguien dando clara señal, que alguien estará pendiente. Desde luego que esto es hasta que ya no necesite de ese alguien, porque se sentirá con la suficiente fuerza tanto física como emocional, de seguir por su cuenta.
Todo el tiempo sabrá que hay alguien que estará a su lado. Ahora, ¿Qué pasa cuando no es así? Una persona no necesariamente tiene que estar aislada para sentirse que está sola, porque la soledad es cuestión de sentimientos internos, no de ver que se está al lado de alguien.
La soledad hace que una persona duerma mucho
Mucha gente puede estar rodeada de personas y aun así sentirse que se está en completa soledad, ahora si una persona llega a ese sentimiento cambia todo en su vida. Los cambios llegan hasta en el acto de dormir.
Ahora si se preguntan, ¿Tanto puede cambiar solo porque se siente sola? Desde luego que si, ahora depende también cómo fue su crianza, ¿Estuvo rodeado de gente todo el tiempo? Porque si es así, se sentirá triste el día que sienta que ya no tiene compañía.
Las personas que son muy sensibles sean estas visuales o auditivas les afectará hasta en el sueño, por esto la soledad hace que una persona duerma mucho. Los visuales necesitan ver que esa persona en especial esté a su lado.
En cambio los auditivos necesitan que les hablen aunque no los vean, por esto es que algunas personas les gustan las redes sociales, ya que por medio de eso no se sienten que están solas porque saben que alguien dirá algo.
Aquellas que no pueden ver a ese alguien especial y que saben que no lo verán, llegan a sentir que la vida no tiene sentido, que la sociedad no sirve al menos para ellos-as no, entonces es ahí que se refugian en su cama.
La habitación o dormitorio se convierte en su más preciado bunker y como su mejor aliado es su cama, pues es ahí que se mete. La soledad llega a extremos que al no sentir la compañía, ven en el sueño que es lo único que vale.
¿Se puede romper la soledad?
No es tan simple pero si se puede, al menos debe quererlo porque si no es así, pasará en completa soledad toda su vida, eso si es que no se deja llevar de la melancolía (tristeza extrema) que puede dar como resultado, ermitaño o suicidio.
Lo primero que debe hacer es salir a caminar, a donde sea y no necesita de dinero porque lo que hará es caminar, visite locales o lo que llaman «Vitrinear», vaya a un parque o simplemente visite librerías y si algo le dice «Cómprame» lo hace.
Cuando tenga algunos días así, visite a sus familiares, con esto no se dice que se quede solo que los visite por unos minutos, sepa como están y se va. De esta forma va abriendo posibilidades de conocer nuevas personas.
Cuando ya lo haya hecho con su familia, busque a sus amigos y si no los tiene acérquese a los que conoce, con cualquier pretexto hace conversa. Esto es para que se vaya dando cuenta que no está solo-a, siempre hay alguien con quien contar.
¿Cómo me puedo dar cuenta que no sufro de soledad?
La soledad no siempre es sinónimo de estar físicamente solo; más bien, es un estado emocional que puede afectar incluso a quienes están rodeados de personas. Identificar si realmente no se sufre de soledad implica observar cambios en la forma en que nos sentimos y en nuestras acciones cotidianas.
Uno de los indicadores más claros es la relación con el sueño. Las personas que no sienten soledad tienden a mantener patrones de descanso saludables. Por el contrario, quienes experimentan soledad suelen dormir en exceso como una forma de evasión emocional.
Si notas que tu rutina de sueño ha mejorado y ya no sientes esa necesidad constante de prolongar las horas en la cama, puede ser señal de que la soledad ha dejado de ser un peso en tu vida. La compañía no siempre proviene de otras personas.
Puede encontrarse en un libro, una actividad creativa, o incluso en una mascota. Tener un propósito, una conexión emocional, o una rutina que te motive es clave para no sentirte solo. Las mascotas, por ejemplo, ofrecen compañía incondicional y ayudan a llenar ese vacío emocional que a veces sentimos, siendo incluso una de las mejores «curas» contra la soledad.
Además, es importante recordar que estar rodeado de personas no garantiza la ausencia de soledad. Si en un entorno lleno de gente te sientes desconectado o aislado emocionalmente, la soledad puede estar presente. La clave está en cómo te relacionas contigo mismo y con los demás, más que en la cantidad de compañía física que tengas.
¿Qué pasa si la soledad es voluntaria? Ego o temor a la sociedad o familia
La soledad voluntaria es una elección que puede despertar muchas preguntas sobre sus motivaciones. A primera vista, puede parecer una forma de egoísmo o un acto de rechazo hacia la sociedad o la familia.
Sin embargo, esta decisión, a menudo incomprendida, suele estar enraizada en razones más complejas que pueden incluir la necesidad de introspección, el temor a las expectativas externas o incluso un deseo de protegerse emocionalmente.
Para algunas personas, la soledad voluntaria es un camino hacia el autodescubrimiento. Es una decisión consciente de desconectarse de las influencias externas para explorar quiénes son realmente.
En este caso, no se trata de ego, sino de una búsqueda de claridad y autenticidad. Muchas veces, la presión social y familiar puede ser abrumadora, imponiendo roles o expectativas que no se sienten auténticos. Al optar por la soledad, estas personas buscan liberarse de esas ataduras para conectar con su verdadera esencia.
Sin embargo, esta forma de soledad puede ser malinterpretada por quienes rodean al individuo. Amigos y familiares pueden percibirlo como un rechazo, cuando en realidad es un acto de autopreservación. Lejos de ser un gesto de egoísmo, la soledad voluntaria puede ser una estrategia para encontrar equilibrio y claridad mental en un mundo caótico.
¿Ego o miedo?
La línea entre el ego y el miedo puede ser delgada en el contexto de la soledad voluntaria. Por un lado, el ego puede manifestarse cuando alguien se aísla por considerarse superior a los demás o por no querer enfrentar puntos de vista diferentes.
En este caso, la soledad se convierte en un muro que protege la visión personal, pero que también puede limitar el crecimiento al evitar la confrontación con ideas opuestas. Por otro lado, el temor también puede jugar un papel importante.
Algunas personas eligen la soledad voluntaria porque tienen miedo de enfrentar críticas, rechazo o decepciones. Este miedo puede estar arraigado en experiencias pasadas que dejaron cicatrices emocionales. En lugar de arriesgarse a revivir ese dolor, optan por mantenerse alejados, incluso cuando esto significa renunciar a relaciones significativas.
La soledad, en este contexto, puede convertirse en un refugio seguro, pero también en una prisión emocional. Aunque protege contra el dolor externo, también limita la posibilidad de disfrutar conexiones humanas profundas y enriquecedoras.
El papel de la sociedad y la familia
La sociedad y la familia a menudo ejercen una influencia poderosa en cómo las personas perciben y manejan la soledad. La presión para cumplir con ciertas normas, como formar una familia, tener una carrera exitosa o mantener relaciones sociales activas, puede hacer que quienes eligen la soledad sean juzgados o incomprendidos.
Estas expectativas pueden ser un catalizador para que algunas personas se retiren, buscando un espacio donde puedan vivir sin sentirse constantemente evaluadas. En otros casos, la familia puede ser una fuente directa de conflicto que lleva a alguien a optar por la soledad.
Relaciones tóxicas, críticas constantes o una falta de comprensión pueden hacer que el aislamiento parezca una mejor opción. Sin embargo, este tipo de soledad a menudo está teñida de dolor y resentimiento, lo que la distingue de una soledad elegida desde el bienestar emocional.
La soledad voluntaria puede ser saludable cuando es una elección consciente para nutrir el bienestar emocional y mental. Sin embargo, si está impulsada por el ego o el temor, puede convertirse en un obstáculo para el crecimiento personal.
Es importante reflexionar sobre las razones detrás de esta elección. Ahora, ¿Es un acto de amor propio o una barrera contra el mundo? ¿Es una búsqueda de paz o una forma de evitar enfrentamientos emocionales?
En última instancia, la soledad voluntaria no tiene que ser una elección definitiva. Puede ser una etapa de introspección que permita regresar a la sociedad con una perspectiva renovada y un mayor entendimiento de uno mismo. Lo esencial es que esta decisión sea consciente y no una reacción al miedo o a la presión externa.
En resumen
Cuando notas cambios positivos en tu energía, relaciones y bienestar general, es una señal de que la soledad está quedando atrás. Esto no significa necesariamente estar rodeado de personas, sino sentirte conectado contigo mismo y con el mundo que te rodea. Incluso un libro o una mascota pueden llenar ese vacío emocional que antes sentías.
La soledad no es solo ausencia de compañía física, sino una desconexión interna. Muchas veces, quienes están rodeados de personas pueden sentirse profundamente solos porque no encuentran vínculos genuinos.
Una de las señales más evidentes de superar la soledad es que dejas de dormir tanto. La soledad a menudo induce una sensación de letargo que desaparece cuando comienzas a llenar ese vacío. Es importante recordar que la soledad no se cura buscando compañía en otros, sino en aprender a disfrutar de tu propia presencia.
A partir de ahí, las relaciones, incluso las más simples, como la de cuidar una mascota, comienzan a tener un impacto positivo en tu vida. Cuando encuentras esa conexión, tu energía cambia, te sientes más presente y en control de tus emociones. Ese es el verdadero indicador de que la soledad ya no domina tu vida.
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