En otros tiempos no había problema si dormías frente a un televisor, ahora es diferente y por esto se hace la pregunta, ¿Se puede dormir junto a los dispositivos electrónicos? Para responder primero hay que explicar algunas cosas, que he comprobado y que en otros momentos no era de importancia.
Me acuerdo que siempre se tubo un televisor en cada cuarto de dormir, al menos los que podían tenerlo ya que no es tan barato que se diga. En mi casa se llegó a tener cuatro televisores y casi todos prendidos en el momento, después cada uno se quedaba dormido sin nada que hacer, sin temor de nada.
De pronto salen los dispositivos electrónicos, los cuales invaden sin dar oportunidad ni siquiera de preguntar si en verdad se necesitan para poder vivir en paz. Todos saben que han sido más para perjuicio que para beneficio, aunque es verdad que aceleran la comunicación pero no vinieron con los brazos vacíos.
Dormir junto a los dispositivos electrónicos
Ellos llegaron con una adicción que casi todos lo tienen, es raro no ver a alguien que esté por ahí conectado con su teléfono, que por lo general no es para nada bueno, aparte de jugar, estar dentro de las redes sociales o chateando con alguien que en mayor caso es para contarle el último chisme del día.
En lo personal, no me es importante si están o no conectados pero si me llama la atención, que así como se los ve en la calle, casa, colegio o en el trabajo también se ubican en su dormitorio, al extremo que se quedan dormido con su sistema electrónico junto a él. En otros tiempos no hubiera importado.
Ahora, es diferente porque cada aparato electrónico ya no los hacen como antes, ahora viene con tecnología de punta que esa misma punta es la que molesta en su vivir, ¿De qué manera? De lo que tengo entendido y lo he practicado, cada aparato que está dentro del entorno de una persona emite ondas.
Si antes con los televisores era un problema y yo no sabía por qué siempre me levantaba cansado, eso que en ese tiempo no existían los celulares, peor las tablet o ipad y todo lo que venga de sus derivados, que de igual hace daño. Todo vino a raíz que vi un documental sobre las ondas que reciben los televisores para funcionar.
Entonces pensé, «Estas ondas no se las puede ver pero están, ¿Podrán hacer daño a una persona?» Como tenía un televisor grande en mi dormitorio, probé con sacarlo para saber si había una diferencia, al día siguiente me levanté bien sin cansancio ni nada, pero si tenía como un sentir que algo me faltaba.
¿Qué se hace en estos casos?
Esta sensación es igual como cuando alguien no ha hecho algo que tenía pendiente, pero se da cuenta al día siguiente de lo que tenía que hacer, es igual. Al pasar de los días esta sensación iba en crecimiento y no sabía que era, hasta que me di cuenta que tenía una pequeña adicción a dormir junto al televisor.
Bien, esto se me estaba haciendo algo pesado pero era más por ignorancia, que por querer tener la idea de tener al televisor a mi lado. Cómo no sabía que hacer, investigué sobre las energías, que libros hay bastantes y en ese tiempo que no había Internet, pues la investigación fue a la criolla, biblioteca.
Encontré los daños que pueden causar las ondas del televisor, ahora con los teléfonos celulares, el microonda incluso si hay un equipo de sonido es igual, es comparada con una cefalea solo que a largo plazo, los síntomas que son evidentes es el despertar pesado y de ahí para adelante cualquier cosa.
En el mismo libro encontré que se podía contrarrestar estos efectos nocivos con agua, es decir, se debe poner un vaso de agua en frente o a los lados, al menos yo le ponía dos vasos uno a cada lado. El resultado fue inmediato y más cuando esa agua la cambias a cada rato, esto hasta que desapareció la necesidad.
Si, con el tiempo ya no veía como una necesidad el tener el televisor frente a mí para dormir, por eso fue que quité en el momento en que dije ¡Basta, hasta aquí no más con el televisor en el dormitorio! Ese mismo rato lo saqué y adiós todos los malestares para dormir bien.
Una decisión efectiva
Ha pasado algunos años desde que decidí que el televisor lo volvería a ver solo cuando encontrara programas educativos o documentales interesantes. De eso han pasado ocho años, y hasta ahora sigo esperando. No veo la televisión a menos que esté en un lugar en el cual no lo pueda apagar.
Simplemente, no sirve para nada. Esta decisión ha sido una de las más efectivas que he tomado en mi vida, ya que me ha permitido liberarme de la constante exposición a contenido que no aporta valor y que, en muchos casos, afecta negativamente mi bienestar emocional.
La televisión, especialmente los noticieros, tiene una manera insidiosa de influir en nuestro estado emocional. Nos bombardean con malas noticias, conflictos y tragedias bajo el pretexto de que “la ciudadanía necesita saber lo que pasa en el mundo”.
Sin embargo, la realidad es que gran parte de lo que se presenta está diseñado para captar nuestra atención y generar miedo o ansiedad, lo que a su vez incrementa las ganancias de las cadenas de televisión.
Si usted no ve las noticias, ellos pierden millones de dólares, pero curiosamente, eso nunca es noticia. Este ciclo de manipulación mediática puede dañar profundamente nuestros sentimientos emocionales, creando una visión pesimista del mundo que nos rodea.
Además, dormir junto a dispositivos electrónicos, como el televisor o el teléfono, es una práctica que debe evitarse a toda costa. La luz azul emitida por estas pantallas interfiere con la producción de melatonina, la hormona responsable de regular el sueño.
Dormir junto al estrés: ¿Hay alternativas?
Dormir quita gran parte del estrés diario, pero si no descansamos adecuadamente debido a la interferencia de dispositivos electrónicos o malos hábitos de sueño, nuestro cuerpo y mente no logran recuperarse por completo.
Esto puede desencadenar problemas como fatiga crónica, irritabilidad y dificultad para concentrarse durante el día. El estrés acumulado no solo afecta nuestra salud física, sino que también influye en nuestras relaciones personales y en nuestra capacidad para enfrentar los desafíos cotidianos.
Por ello, es fundamental explorar alternativas que nos permitan dormir mejor y reducir el impacto del estrés en nuestra vida. En lugar de depender de la televisión o los dispositivos electrónicos, es mejor buscar alternativas que enriquezcan nuestra vida y promuevan un estado mental más positivo antes de acostarnos.
Leer un libro, practicar meditación o simplemente disfrutar de conversaciones significativas con seres queridos son actividades que nutren el alma y preparan al cuerpo para un descanso reparador. Dormir quita gran parte de las tensiones acumuladas, pero estas prácticas pueden potenciar ese proceso al crear un ambiente mental tranquilo y relajado.
Por ejemplo, leer un libro antes de dormir puede ayudar a desconectar de las preocupaciones del día y transportarnos a un mundo diferente, lo que reduce la ansiedad y mejora la calidad del sueño.
Del mismo modo, la meditación es una herramienta poderosa para calmar la mente y liberar pensamientos negativos. Al enfocarnos en nuestra respiración o en un mantra específico, podemos entrenar a nuestro cerebro para dejar de lado las preocupaciones y entrar en un estado de relajación profunda.
El estrés y la meditación
Dormir quita gran parte del estrés, pero cuando combinamos esta práctica con técnicas como la meditación, los resultados son aún más efectivos. Otra alternativa es dedicar tiempo a conversaciones significativas con personas cercanas.
Compartir nuestras experiencias, emociones y preocupaciones con alguien de confianza no solo fortalece los lazos afectivos, sino que también ayuda a procesar las emociones y reducir el peso del estrés.
Estas interacciones humanas genuinas actúan como un bálsamo para el alma y pueden mejorar notablemente nuestro bienestar emocional. Dormir quita gran parte de las cargas mentales, pero cuando acompañamos el descanso con conexiones humanas auténticas, el beneficio es aún mayor.
Además de estas prácticas, es importante crear un entorno propicio para el sueño. Apagar los dispositivos electrónicos al menos una hora antes de acostarnos es esencial para evitar la interferencia de la luz azul, que altera la producción de melatonina y dificulta el inicio del sueño.
En su lugar, podemos optar por actividades relajantes como tomar un baño caliente, escuchar música suave o practicar ejercicios de estiramiento ligero. Estas rutinas nocturnas envían señales claras al cuerpo de que es hora de descansar, lo que facilita conciliar el sueño de manera natural.
Dormir quita gran parte del estrés acumulado, pero solo si creamos las condiciones adecuadas para que el descanso sea verdaderamente reparador. También es útil establecer horarios regulares para acostarse y despertarse.
Mantener una rutina consistente ayuda a regular el reloj biológico interno, lo que mejora la calidad del sueño a largo plazo. Además, asegurarse de que el dormitorio sea un espacio cómodo y libre de distracciones es clave para maximizar los beneficios del descanso. Un colchón adecuado, una temperatura agradable y un ambiente silencioso pueden marcar una gran diferencia en cómo dormimos y cómo nos sentimos al día siguiente.
Finalmente
Tomar decisiones conscientes sobre cómo utilizamos nuestro tiempo y energía es clave para vivir de manera más plena y saludable. Dormir quita gran parte del estrés diario, pero si complementamos el descanso con hábitos saludables y actividades que promuevan el bienestar emocional, podemos transformar nuestra relación con el estrés y mejorar nuestra calidad de vida de manera significativa. Al final, el secreto está en encontrar un equilibrio entre cuidar nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestras conexiones con los demás.
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